https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/La inteligencia
eISSN: 1390-8146
http://revistasdigitales.utelvt.edu.ec/revista/index.php/investigacion_y_saberes/index
Desarrollo de competencia investigativa en la
formación profesional para la educación inicial
Development of Research Competence in Vocational Training
for Initial Education
Enviado (22.08.2020) Aceptado (11.02.2021)
RESUMEN
El artículo se enmarca en un estudio sobre el desarrollo de
competencia investigativa en la formación del docente en la
educación superior en Ecuador. El propósito de esta investigación es
describir el desarrollo de la competencia investigativa en la
formación profesional para la educación inicial. Se trata de un
trabajo cualitativo, que parte de una revisión documental de tipo
hermenéutica, se concluye que la educación inicial es un proceso de
desarrollo continuo de competencias donde el niño lleva su propio
ritmo de aprendizaje.
Palabras clave: Competencia; Competencia Profesional;
Competencia Investigativa, Docente Investigativo; Educación Inicial.
ABSTRACT
The article is part of a study on the development of research
competence in teacher training in higher education in Ecuador, the
purpose of this research is to describe the competent research
training cycle in professional training for initial education. It is a
qualitative work, which starts from a hermeneutic documentary
review, it is concluded that initial education is a process of
continuous development of competences where the child carries his
own learning rhythm.
Keywords: Competition; Professional Competence; Research
Competence, Research Teacher; Initial Education.
Alfredo Nicolás Tenorio Obregón
Doctor en Ciencias, Universidad Técnica Luis
Vargas Torres, Esmeraldas, Ecuador,
Alfredo.tenorio@utelvt.edu.ec,
https://orcid.org/0000-0001-9500-8061
Cecilia Mariana Ulloa Espinoza
Magister en Docencia y Desarrollo del
Currículo, Universidad Técnica Luis Vargas
Torres, Esmeraldas, Ecuador,
mariana.ulloa@utelvt.edu.ec,
https://orcid.org/0000-0003-0104-6329
Ana Carmínea Bedoya Gutiérrez
Magister en Docencia mención Desarrollo del
Currículo, Universidad Técnica Luis Vargas
Torres, Esmeraldas, Ecuador,
ana.bedoya@utelvt.edu.ec,
https://orcid.org/0000-0001-9365-2128
Otto Morcillo Lemos
Magister en Cultura Física, Universidad
Técnica Luis Vargas Torres, Esmeraldas,
Ecuador, otto.morcillo@utelvt.edu.ec,
https://orcid.org/0000-0001-5883-7696
Revista Científica Interdisciplinaria
Investigación y Saberes
Vol.11 No. 3
Septiembre - Diciembre 2021
e-ISSN: 1390-8146
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1. Introducción
Como antecedente histórico de la competencia se describe por Guzmán, que hacia
el final del siglo XX y principios del siglo XXI, los contextos socio-educativos
contemporáneos son revolucionados a causa del modelo global de la Educación
por Competencias, que, pese a su origen economicista, precisa de un entorno
escolar por completo distinto al heredado por la tradición educativa moderna
(Guzmán Marín, 2012).
En las carreras universitarias de Latinoamérica, en especial en Ecuador, existe
desconocimiento de estas, de su proceso y de los resultados que podrían
contribuir a la formación de un profesional competente en las diferentes áreas de
influencia social. (Velázquez, Amat Abreu, Jiménez, y Cisneros, 2019). La actividad
formativa por competencias no se adquiere automáticamente, pues es un proceso
que requiere tiempo y práctica. Autores como (Rodríguez, Navarrete, y Holguín,
2018) exponen que el marco de referencia para este tema de las competencias en
la educación, es lo planteado por Delors (1996) quien señala:
La educación a lo largo de la vida se basa en cuatro pilares: aprender a conocer,
Aprender a hacer; Aprender a vivir juntos; y aprender a ser. Mientras los sistemas
educativos formales propenden a dar prioridad a la adquisición de conocimientos,
en detrimento de otras formas de aprendizaje, importa concebir la educación
como un todo. En esa concepción deben buscar inspiración y orientación las
reformas educativas, en la elaboración de los programas y en la definición de
nuevas políticas pedagógicas” (p. 9).
En este sentido, el desarrollo de la competencia investigativa en la educación
superior ha sido objeto de debate y análisis a nivel internacional, esta permite a
los egresados universitarios brindar solución a problemas profesionales desde una
concepción científica e investigativa. Su formación y desarrollo se encuentra
condicionado por el currículo de una carrera universitaria que responde a
intereses, necesidades y demandas de la sociedad y los recursos personales que
posee el individuo; como afirman Barrón, (200), Irigoin y Vargas (2002) …al
estipular la necesidad de formar individuos competentes en la producción de
conocimiento, la economía y el nivel de desarrollo tecnológico, ello conlleva al
crecimiento de un país”.
Desde esta perspectiva, las competencias investigativas se desarrollan desde el
currículo de los estudios superiores que estimulan el intelecto del sujeto que, con
un actuar científico, podría abordar problemas de manera sistemática,
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disminuyendo el riesgo del error y aumentando la posibilidad del hacer (Borja
Herrera, Quezada, García Reina, y Carmenate Fuentes, 2015).
En concordancia con varios autores, Seckel y Font, (2020) exponen que los
formadores del docente responden, a través de sus prácticas de enseñanza, a un
modelo basado en competencias que implica un desafío metodológico relevante
de investigar, pues el estudio en profundidad sobre el trabajo que realizan con los
estudiantes en el aula puede transformarse en un aporte al conocimiento sobre la
formación inicial (McDuffie, 2004). En esta línea, (Cisternas, 2011) señala que los
formadores son los sujetos menos problematizados en el ámbito de la formación
inicial en Chile y que su dimensión compleja permanece invisible.
Esto justifica que, entre las competencias profesionales del sector de la educación,
que tiene el encargo social de enseñar, no puede faltar la adquisición de los
conocimientos y habilidades para investigar y es así como Borja y col. (2015)
enuncian que “las competencias profesionales constituyen un conjunto de
conocimientos, capacidades, habilidades, destrezas, actitudes y valores que guían
al desarrollo humano y a la práctica de la actividad profesional con creatividad y
responsabilidad social” (p. 23).
En la educación inicial del niño, las competencias científicas o investigativas son
aspectos fundamentales las que se refieren, en primera instancia a: la capacidad
para adquirir y generar conocimientos, a enriquecer y calificar la formación de los
niños de inicial, además el juguete tiene un espacio esencial, el material para hacer
experimentos cobra este lugar y, los planes de estudio deben basarse en las
actividades e intereses de cada etapa de vida del niño; existen otros aspectos a
tener en cuenta, pero no fundamentales, descritos en la literatura científica sobre
el tema (Moreno, 2017).
Haciendo un recordatorio sobre el niño de educación inicial, se comienza
conceptualizando que es un adjetivo que se emplea para denominar a la etapa del
proceso educativo que antecede a la escuela primaria, inclusive niños de meses,
hasta los seis años, que es cuando el pequeño debe ingresar a la educación básica
primaria.
La educación inicial es importante para la socialización del niño ya que es la
primera vez que se aleja de su entorno familiar para permanecer largo tiempo sin
sus padres; es una etapa de adaptación y entrenamiento para su vida académica
y social; es la base de la vida estudiantil y de formación académica y el niño
adquiere los hábitos que practicará durante toda su vida, es trascendental asumir
que cada niño –desde su nacimiento– va desarrollando diferentes habilidades y
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destrezas, tiene su propio ritmo y estilo para aprender, es decir, no todos los niños
se desarrollan a la par, algunos tardan más en este proceso a diferencia de otros.
Desde este sentido, la falta de recursos para el mantenimiento de programas
educativos, dificultan la atención de manera suficiente las necesidades de
cobertura y mejoramiento de la calidad del nivel educativo inicial. Esto se debe a
la insuficiente vinculación política y económica del nivel educativo con las
estructuras que deciden el presupuesto de la educación, que sólo se orientan de
deficientes fundamentaciones técnicas de estos programas educativos, que en
ocasiones no son vistos como una forma de enseñanza y formación, sino
simplemente como forma de atención. De igual forma la pérdida progresiva de la
especificidad, características y orientación especializada de este nivel educativo,
ha llevado al decrecimiento de la importancia para el desarrollo humano de este
nivel educativo. En consecuencia, aceptar modelos pedagógicos no pertinentes
culturalmente no adaptados a la realidad, el escaso recurso económico y el
limitado número de docentes especializados en formación de competencias en
formación inicial de niños, ocasiona una serie de problemas transcendentales que
requieren darle mayor atención por parte del mismo Estado y por ende de las
instituciones educativas que se ocupa de ello.
A esto se une el que muchos programas educativos de la infancia, carecen de la
suficiente calidad curricular y evidencia experimental de sus posibilidades, lo cual
está muy relacionado con el criterio de que lo importante en la atención de la
infancia es cubrir la cobertura requerida, relegando a un segundo plano lo
referente a la calidad de su contenido. La reticencia a la actualización y la
introducción de nuevas tecnologías en el proceso educativo de la infancia es un
problema más sofisticado, pero influyente, en la poca valoración para los
programas de la educación infantil. La necesidad de una línea común de trabajo,
en la que se nen los esfuerzos de todos aquellos que tienen que ver con la
formación de los niños de estas edades iniciales, es una manera también de darle
la importancia que la misma tiene. Esto incluso se refleja hasta en el mismo nivel
educativo de la infancia, y no es raro encontrar un divorcio total entre la educación
que se realiza por la vía institucional (el centro o escuela infantil) y la vía no
institucional o no escolarizada.
Es necesario tener presente que a los niños de iniciales les gusta tocar, probar,
oler, oír y experimentar por su cuenta; tienen mucho interés en aprender, y lo
hacen a través de la experimentación, el ejemplo y las rutinas, ellos aprenden de
sus juegos. Utilizando estas características de los educandos de iniciales, es que se
trazan las estrategias de enseñanza aprendizaje para estas edades (León, 2019).
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Los maestros, por su parte, deben proponer actividades para que los niños realicen
en casa con sus padres, hermanos o cualquier familiar, ya sea que realicen
experimentos sencillos, realicen observaciones, vayan a museos o salas de ciencia
y de esta manera demostrarles que el conocimiento científico es útil en la
interacción con la sociedad. En consecuencia, el objetivo de la investigación es
describir el ciclo formativo competente investigativo en la formación profesional
particularmente para la educación inicial.
Ante estas reflexiones, que interrogantes direccionan este proceso: ¿Es necesario
el desarrollo de la competencia investigativa por parte de los maestros, en la
educación del niño de inicial?; descripción que responde a un proyecto de
investigación de la Universidad Luis Vargas Torres, titulado: Calidad y
responsabilidad social de la formación profesional en educación superior y del
proyecto curricular de la carrera de Educación inicial, que impulsa el desarrollo
educativo cultural, saberes ancestrales y recreación en la provincia
Se considera así, la siguiente hipótesis: Si los maestros tuvieran la competencia
profesional en la educación inicial, los niños desarrollarían las competencias
investigativas.
2. Materiales y métodos
La investigación se enmarca en un enfoque metodológico cualitativo que busca
comprender la realidad, en el trabajo se realizó una investigación documental con
el objetivo de analizar los artículos científicos publicados en la base de datos y
trabajos de aplicabilidad en el desarrollo de competencia investigativa, en
particular de educación inicial; fundamentalmente en web of science, SciELO y
otras como corpenicus, Ebsco host, Conacyt, Lilacs, Latindex; se utilizó la opción
de búsqueda avanzada del Google académico, partiendo de los términos:
educación inicial; competencia; competencia profesional; competencia
investigativa; competencia educativa, incluyó tesis de grado, de maestrías y
doctorado publicadas, que abordan aspectos referentes a la competencia
investigativa, tanto en los docentes formadores como en los niños de inicial.
En la interpretación de la revisión documental se utilizó el método hermenéutico
de la investigación científica y la información recogida en las fuentes revisadas,
fue estrictamente analizadas de modo que se pudieran extraer las regularidades
encontradas en dicha información, para conformar el criterio del autor acerca del
estudio realizado por diferentes investigadores sobre el tema en cuestión.
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3. Resultados
Referentes conceptuales: Orígenes de las competencias
La palabra competencia proviene del latín competens, competentis; el que tiene
aptitud legal o autoridad para resolver ciertos asuntos o también el que conoce es
experto o apto en cierta ciencia o materia.
Las competencias no tienen sus orígenes en el medio educativo, sino que surge en
el sector productivo, en las empresas, concretamente en el ámbito de la
capacitación. La finalidad que tuvo en sus inicios fue hacer más eficientes las
actividades realizadas por los trabajadores. La idea de origen estaba vinculada con
dos situaciones concretas: a) Garantizar la eficiencia en el trabajo realizado y b)
Garantizar la movilidad de los trabajadores.
El sector productivo inició hace más de tres décadas en diferentes países la
aplicación de las competencias a sus trabajadores; el enfoque por competencias
en educación, aparece en México a fines de los años sesenta relacionado con la
formación laboral en los ámbitos de la industria; llegada la década de los ochenta
no se encontró aún la palabra competencia relacionada con el currículo, por tanto,
la búsqueda en este periodo se remitió a la vinculación que se proporcionó entre
la educación y el trabajo; la educación y el sector productivo.
La definición de competencias en el contexto empresarial, se usa para designar un
conjunto de elementos o factores asociados al éxito en el desempeño de las
personas. Las competencias son características profundas de las personas, que
están casualmente relacionadas con una actuación exitosa en el puesto de trabajo
(Escobar,2005); por lo que, la vinculación entre centros educativos y empresas
permite la articulación de los sistemas educativos y la formación profesional en los
sistemas productivos, donde las exigencias de la globalización abocan las
exigencias de formación de los trabajadores para que sean más competitivos y
redunde en la productividad de las empresas, lo que demuestra la importancia
para que en las mallas curriculares se levanten una mirada a un entrenamiento y
desarrollo de habilidades para el trabajo, es por ello, la necesidad de lograr un
sistema de formación profesional o de educación para el trabajo que posibilite
reforzar capacidades básicas; brindar conocimiento técnicos capaces; mejorar las
competencias de comportamiento como trabajo en equipo, comunicación y
adaptación a condiciones de cambios (Corti, 2000).
Conceptualización de las Competencias
Cuando se intenta indagar la comprensión del concepto de competencias, al decir
de ciertos autores se percibe distintas visiones, muchas posiciones y diferentes
perspectivas, en ocasiones visiblemente opuestas; como resultado existen
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problemas en la implementación de un plan de estudio basado en competencias
profesionales si no existe un consenso entre instituciones educativas, estudiantes
y centros educativos en la formación por competencias de los profesionales de la
educación (Flaborea, 2016).
Diversos autores conceptualizan a las competencias Kobinger (1998), afirma que
a finales del siglo XX, se genera una producción de conocimiento sobre las
nociones de competencias, al respecto señala que son “un conjunto de
comportamientos socio afectivos y habilidades cognoscitivas, psicológicas,
sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo adecuadamente un papel, una
función, una actividad o una tarea planificada (Oquendo, 2019).
Tobón (2006), consideró a las competencias como, “procesos complejos de
desempeño con idoneidad de un determinado contexto, con responsabilidad; las
competencias profesionales son un conjunto de conocimientos, habilidades,
capacidades y valores, todos ellos entretejidos que se manifiestan en una
determinada situación de trabajo, se evalúan mediante evidencia de resultados y
permiten la transferencia a situaciones distintas en otro contexto” (Borja y col.
2015).
Pérez (2012), expone que, (…), “El concepto de competencia comprende
integralmente tres dimensiones: el saber por mismo, es decir la comprensión
del conocimiento, el saber hacer, o sea el uso de los nuevos conocimientos con
determinadas habilidades y destrezas y el ser, vale decir el rasgo actitudinal y
comportamental propio del educando (Quijano, 2020). Cázares & Cuevas (2007),
añaden una dimensión denominada el saber transferir, entendida como la toma
de decisiones de los educandos para adaptarse y dar solución a nuevos escenarios
problemáticos (Quijano, 2020). Álvarez (2016), expone que: “la competencia es la
capacidad de un buen desempeño en contexto complejos y auténticos se basa en
la integración y activar conocimientos, habilidades y destrezas, actitudes y
valores”
.
Y Rivera (2017), en su investigación plantea que, “las competencias están
conformadas por los conocimientos, caracteres personales, convivencia y
ejecuciones que logran resultados, así estos sean de tolerancia, democracia, paz,
satisfacción y plenitud humana”
.
En estas conceptualizaciones emitidas en este siglo XXI, todas coinciden en que el
conocimiento (saber), las habilidades y destrezas (saber hacer) y las capacidades,
valores, motivación, actitud y comportamiento (el ser) rigen a la competencia de
forma transversal.
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En este sentido, a criterio de los autores de este trabajo, se esgrime que las
competencias en el educando desde temprana edad están arraigadas a su
conducta aptitudinal, habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y
motoras intrínsecas, a esto se añade las experiencias adquiridas por su trayectoria
por la vida; por ello, la formación del docente establece el vínculo directo de la
teoría con la práctica como ruta de preparación profesional a partir de la
experiencia vivencial. Por lo que, se necesita de la observación sistémica de la
realidad, desde enfoques científicos, constituyendo la fuente primaria para la
obtención de información acerca de los problemas profesionales que obstaculizan
el logro de las aspiraciones de la sociedad, de ahí que el trabajo docente debe
enfocarse al desarrollo de competencias investigativas en los estudiantes desde
temprana edad; que les posibilite desarrollar un aprendizaje más significativo y
poder enfrentar la solución de problemas relevantes, lo que contribuye a la
construcción de conocimientos científicos en ellos o a reconstruir aquellos que han
adquirido en el proceso docente.
El componente investigativo contribuye, a corto plazo, al mejor desempeño del
estudiante en las tareas relacionadas con la actividad científica estudiantil y, a
largo plazo, al desarrollo de conocimientos, actitudes, habilidades y hábitos
investigativos, así como a la formación de un pensamiento reflexivo y crítico
(Mora, Pinargote, y Carranza, 2018.
Clasificación de las competencias
Según (Ojeda, Pino-Juste, y Carballo, 2017)., enuncian tres tipos de competencias
básicas, genéricas y específicas. En este sentido, las competencias básicas, son las
asociadas a conocimiento fundamentales para vivir en sociedad y desenvolverse
en cualquier ambiente laboral; es la base sobre la cual se forman el resto de los
tipos de competencias; por otro lado, las competencias genéricas están
relacionada con actitudes y comportamientos de labores propias de diferentes
entornos de producción, entre ellas se destacan:
a) Competencias instrumentales, Estas permiten evaluar los contenidos
curriculares de asignaturas y comprenden habilidades cognitivas, capacidades
metodológicas, destrezas tecnológicas y habilidades lingüísticas
b) Competencias interpersonales, son aquellas competencias que los programas
formativos atienden; entre otras, la capacidad de intercambio de información, la
capacidad crítica, la capacidad de trabajar en equipo, habilidades en las relaciones
interpersonales, aprender a trabajar en un contexto internacional, o el desarrollo
de un compromiso ético. Estas competencias deben agregar en el aula
metodologías activas y colaborativas; y,
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c) Competencias sistémicas, estas competencias permiten detallar el perfil de
competencias sistémicas, que incluían la aplicación de los conocimientos en la
práctica, la búsqueda, el análisis y la síntesis de la información, la capacidad para
trabajar de forma autónoma, el desarrollo de la creatividad, el conocimiento de
otras culturas, y la potenciación de habilidades como la resolución de problemas,
la toma de decisiones y el sentido del liderazgo). Todas estas competencias son
imprescindibles para una formación íntegra y para el éxito profesional de los
estudiantes (Zabalza,2003).
Las competencias específicas, permiten identificar comportamientos asociados a
conocimientos de índole técnico vinculado a un cierto lenguaje tecnológico y una
función productiva determinada. Es decir, son competencias propias de una
determinada ocupación o profesión; las competencias investigativas se abordan
en éstas. (Aldas, Almache, y Valencia,2014).
Competencias educativas
El Manual de la Salud de la (OPS-OMS 2001), define por Competencias en
Educación como la combinación integral de conocimientos, habilidades, actitudes
conducentes a un desempeño adecuado y oportuno en diversos contextos
(Moreno, 2017)
En otra literatura especializada enuncia de forma sintetizada lo expuesto por
Zabalza (2003, p.70), para quien la competencia es “el conjunto de conocimientos
y habilidades que los sujetos necesitamos para desarrollar algún tipo de
actividad”. Muy cercana a su propuesta es la presentada por (Le Boterf, 1994)
quien asimila las competencias a un “saber movilizar”, que va más allá de tener
conocimientos o capacidades. La actualización de lo que se sabe en un contexto
singular (marcado por las relaciones de trabajo, una cultura institucional, el azar,
obligaciones temporales, recursos…) permite realizar la competencia en la propia
acción (p.16), es decir, actualizar lo que se sabe –se aprendió– en cada contexto.
Así, la competencia parece que incorpora elementos operacionales que insisten
en la utilización práctica-laboral, de ahí el atributo de transferencia, que parece
situar a la habilidad o la técnica por encima de los conocimientos y actitudes, que
a la vez es uno de los elementos más críticos del concepto de competencia
(Zabalza, M. A., 2014). En efecto, para algunos autores la competencia aparece
más cercana al saber cómo que al saber qué.
Álvarez (2016), define en su investigación que, “una competencia en educación es
un conjunto de comportamientos sociales, afectivas y habilidades cognoscitivas,
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psicológicas, sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo adecuadamente un
papel, un desempeño, una actividad o una tarea”.
Cogollo López (2016), plantea en su investigación que existe la posibilidad de que
los niños en educación inicial desarrollen un pensamiento científico, “mientras
que los educadores piensen que tienen todas las capacidades y habilidades para
hacerlo, bajo una orientación educativa adecuada que conceptualice a la niñez
como un espacio de creación cognitiva, con procesos mentales que comparten
paralelismo con los adultos creativos” Aldas y col. (2014).Los conocimientos
científicos no son espontáneos, se requiere de una instrucción formalizada antes
de pasar a ser parte del repertorio conceptual del individuo; razón que justifica la
capacitación necesaria de los maestros en investigaciones que aumentan la
competencia investigativa de dichos agentes docentes.
Con estos argumentos los autores perciben que los niños desde edades tempranas
tienen de forma innata una inclinación a la investigación que, por acciones a nivel
escolar, incentivado por sus maestros, pueden desarrollar el pensamiento
científico en su contexto (Collogo, 2016)
Partiendo de estas reflexiones, las competencias docentes son entendidas como
el conjunto de conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes (motivación,
valores éticos, emociones, intereses, rasgos de personalidad y otros componentes
sociales y de comportamiento) que necesitan los profesionales de la educación
para resolver de forma satisfactoria las situaciones a las que se enfrentan en su
práctica pedagógica.
Competencia profesional en la educación inicial
Borja y col. (2015), en su investigación señala los principios fundamentales de las
Competencias Profesionales que son:
a) la competencia integra conocimientos, habilidades, capacidades y actitudes
que se demuestran en la acción.
b) la competencia no existe independiente de una actividad, se relaciona siempre
a una situación concreta.
En la formación de la primera infancia, es donde se forman las competencias
básicas, indispensables para tener una
sociedad
inquieta por el conocimiento y que
sean participantes de las transformaciones y cambios de la misma, para lograrlo
es vital dar una mirada a esta formación. (Roncancio Parra, 2012)
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Como su nombre lo indica, hace referencia a la práctica investigativa como tal,
pero con la característica adicional de formativa, quiere decir esto, que se realiza
investigación para aprender. Significa aprender a investigar investigando,
aprender desde el hacer en lo concreto, donde se logre explorar necesidades en
contextos reales de la sociedad y transferir el conocimiento aprendido (Parra,
2010)
Esta afirmación coincide con las investigaciones realizadas por (Alezones, Colb y
col, 2009), cuando expresó que se le debe otorgar al proceso educativo y a la
pedagogía un sentido relevante en la cultivación de la inteligencia: Esta es
inherente a un contexto que obedece a un continuo cambio y su conexión con la
realidad del educando perfila o no el desarrollo de habilidades para la vida que
está fluyendo. (Roncancio Parra, 2012)
Teniendo en cuenta la articulación que existe entre el desarrollo de la
competencia investigativa y la práctica docente, es que se desarrollan estrategias
de formación en las universidades donde se forman los profesores encargados de
la educación infantil; recuérdese que es la Universidad, como institución con
responsabilidad social, quien debe formar profesionales en todas las áreas que
contribuyan al desarrollo socioeconómico de los países y formar seres humanos
competentes en el arte de pensar y de aprender, siendo los programas de
formación docente los que ofrecen a los estudiantes la oportunidad de desarrollar
competencias pedagógicas e investigativas.
La formación investigativa del docente es considerada como una necesidad de las
mallas curriculares vigentes de Educación Superior, de ahí que nace el interés del
sector empresarial de asumir ciertos retos que orientan la formación profesional
en educación, entonces se hace necesario citar a los principales actores implicados
en el desarrollo curricular: los docentes y los estudiantes.
El docente se enmarca en este proceso mediante estrategias de investigación
formativa, quien asume el rol de mediador y orientador, es así como refiere la
experta Isabel Hernández, (…); un docente formador de investigadores debe
apostar a estrategias que trasciendan los aprendizajes exclusivamente teóricos,
memorísticos y descontextualizados; debe ser consciente que su función
formadora se relaciona directamente con el desarrollo del pensamiento cognitivo
y estratégico” (Cano Quintero, 2018).
El rol de los estudiantes, en la investigación formativa, ha de ser activo,
participativo, autodirigido y autónomo; en tanto desarrollan las situaciones de
aprendizaje que propone el docente, para adquirir habilidades investigativas; las
competencias para investigar se adquieren durante el ejercicio investigativo, es
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necesario que los estudiantes se impliquen e intervengan directamente en las
actividades de aprendizaje.
La formación de profesores, ha de hacerse a partir, “de la formulación de
problemas reales en los contextos educativos, donde el maestro en formación
trabaje de acuerdo con sus observaciones, su asombro, sus éxitos y de fracasos,
sus temores y sus alegrías”; de ello se infiere que la investigación formativa, como
propuesta pedagógica en el proceso de educación inicial de los docentes, es uno
de los instrumentos que materializa esta posición. (Borja y col. 2015).
En resumen, las competencias de los profesores se evidencian en: dominio de los
contenidos propios de la asignatura, competencias académicas. competencias
docentes básicas, competencias organizativas, competencias genéricas,
competencias específicas; y, competencia Investigativa.
La competencia investigativa en los estudiantes de básica primaria en el proceso
de enseñanza aprendizaje debe ofrecer las herramientas necesarias para formar
un estudiante investigador. (Parra, 2010) expresa que la capacidad que tienen los
sujetos de comprender y explicar el mundo debe ser impulsada desde el aula, pues
compete a la didáctica principalmente en educación básica.
Hernández (2005) sostiene que la competencia investigativa es un tipo de
competencia científica definida como “la capacidad de establecer un cierto tipo
de relación con las ciencias”.
Fonseca, et al. (2010) expresa que las competencias científicas investigativas, se
asumen como la capacidad del sujeto de construir explicaciones y comprensiones
de la naturaleza, a partir de la indagación, la experimentación y la contrastación
teórica. (Parra, 2010)
Jaik (2013), apoya que las competencias investigativas se refieren específicamente
al conjunto de destrezas, actitudes y habilidades necesarias para la elaboración de
un proyecto de investigación. Por otro lado, las competencias investigativas
abarcan las capacidades que se tienen para la lectoescritura, el análisis, la
interpretación, la argumentación y el planteamiento de soluciones a problemas de
investigación. (Márquez, Guerrero, y Navarro,2019).
Cano Quintero (2018), expone en su investigación un gráfico como modelo teórico
sobre la formación investigativa (Figura 1), el cual se expone a continuación donde
se observa que existe una interrelación de diferentes áreas, tales como: Las
políticas nacionales e institucionales, actores principales como docentes y
estudiantes, práctica pedagógica, discursos pedagógicos; y, agencias (Pérez,
2012).
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Es criterio de los autores de este trabajo, que la formación investigativa no
depende solo del área académica pues existen otras áreas de la sociedad que
conforman un círculo y que interactúan para obtener un resultado positivo:
profesionales competentes en la investigación para así lograr una competencia
investigativa en los niños iniciales.
Figura 1. Adaptación Modelo teórico de la Formación Investigativa
Fuente: (Cano Quintero M. , 2018).
Competencia investigativa en la formación profesional para la educación inicial:
Un desafío para su desarrollo
El desarrollo de la competencia investigativa en los niños en etapa inicial es un
proceso progresivo tal y como lo sostiene Oquendo (2019), demostrado en su
investigación y confirmado que el desarrollo de estudiantes críticos, propositivos
e investigativos, depende de la formación profesional de docente que lo está
formando.
En la investigación se ha corroborado al igual que en otros estudios realizados por
Marrero y Pérez,2014); (Rubio, Torrado, y Valls,2018); y (Méndez, Gordon, y Vidal,
2019) que los estudiantes objetos de la investigación perciben desde su visión que
tienen un grupo de insuficiencias o limitantes en el dominio de la competencia
investigativa por lo que se requieren propuestas innovadoras por parte de los
docentes para contribuir de manera eficaz al desarrollo de esta competencia.
Las competencias investigativas que deben adquirir los niños en edad inicial
dependen mucho de las prácticas diarias que han obtenido los maestros en el
curriculum de la carrera realizada y es por ello que se han realizado y se realizan
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investigaciones en todos los países para evidenciar la formación investigativa de
éstos con los niños a partir de investigaciones pedagógicas.
Colombia: Del Valle, (2016) realizo una investigación con metodología lúdica
donde se utilizó como estrategia metodológica el estudio de caso, porque es una
herramienta que permite comprender en profundidad y en detalle un fenómeno
educativo. La maestra planeó actividades de juegos grupales, lectura icónica de
cuentos, escritura espontánea, exposiciones, experimentos con agua, salidas
pedagógicas al Parque Explora y al Museo del agua, entre otras; concluye que los
estudiantes del grado Transición disfrutaron de su investigación, del trabajo en
equipo, de una variedad de ideas que imaginaban y confrontaban, y viendo cómo
estas se comportaban, sienten curiosidad por observar, por indagar y
comprender.
Los resultados también tienen puntos coincidentes con los planteados por
(Espinoza, Rivera y Tinoco, 2016) manifestándose en la opinión de los estudiantes
cuando expresan que la práctica preprofesional brinda un espacio para desarrollar
los procesos investigativos en el contexto de los centros de desarrollo infantil,
permitiendo transformar de manera significativa la dinámica de muchas
instituciones educativas.
Espinoza, y col (2016) concluye expresando que en el transcurso de la
investigación los niños demostraron una motivación constante, se viabilizó la
posibilidad de que los niños hicieran predicciones e hipótesis sobre los resultados
de las actividades de ciencia desarrolladas y en las diferentes actividades
propuestas en dicho proyecto querían tocar, experimentar, oler, realizar ellos
mismos los experimentos propuestos por los docentes, por lo que participaron
activamente en cada actividad programada, en general se observó buena
motivación y mayor disposición al aprendizaje.
Por otro lado Espinoza y col. (2016) refieren que el modelo teórico, la formación
de la competencia investigativa en docentes propuesto por Cano Quintero, se
materializa en el campo pedagógico, desarrollando la malla curricular de la
carrera, en los nuevos profesionales de educación inicial, donde los estudiantes
realizan aproximaciones investigativas de manera sistémicas, en instituciones
educativas del nivel de inicial: observando, analizando, describiendo, su
infraestructura, los ambientes de aprendizajes, su campo pedagógico y
metodológico, y entrevistando a la comunidad de aprendizaje, en su práctica
pedagógica (docente/estudiante); en la gestión institucional
(directivo/docente/padres de familias); de esta forma, logrando investigaciones
en proyectos integradores de saberes interdisciplinar, cuyos productos se los
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socializa en ferias pedagógicas presenciales y virtuales, sujetos a las líneas de
investigación de la universidad, en función del proyecto de investigación “Calidad
y responsabilidad social de la formación profesional en educación superior”.
Si embargo, para que se desarrolle la competencia investigativa en los niños, la
educación superior, no solo debe desarrollar la competencia básicas o genérica
de la investigación, debe replantearse o direccionar la malla curricular en la
formación de competencia investigativa específica del docente de nivel de
educación inicial, desarrollando nuevas estrategias metodológicas, pedagógicas y
didácticas orientadas al trabajo de la práctica docente en aula, realizando
actividades cognoscitivas y lúdicas la enseñanza - aprendizaje de los niños, con
un pensamiento y actuación investigativo; con lo cual formaremos a las nuevas
generaciones ávida por la investigación.
5. Conclusiones
La investigación demuestra que en etapa inicial existen cinco categorías
relacionadas con la preparación inicial del educando y con el desarrollo de
competencias investigativas: Interés por la investigación, Curiosidad Intelectual,
Asombro, Pregunta y Creatividad.
Los docentes perciben que tienen insuficiencias en el desarrollo de la
competencia objeto de análisis, además opinan que la práctica preprofesional es
el espacio idóneo para detectar los problemas que afectan al nivel de educación
inicial y buscar una solución desde la aplicación de la investigación, por lo que
impone la necesidad de desarrollarla desde el proceso de formación del
profesional.
La educación inicial es un proceso de desarrollo continuo donde el niño lleva su
propio ritmo de aprendizaje, pero que la obtención de competencias
investigativas depende de los actores educativos y docentes de este nivel, que
sean competentes en el campo investigativo formativo, que con una estrategia
educativa adecuada logran interrelacionarse íntimamente y logran el objetivo:
niños científicos.
En consecuencia, los profesionales de la educación inicial competentes de las
capacidades investigativas, están orientados a propiciar un desarrollo de las
capacidades de los niños, a que estos actúen, piensen y convivan con actividades
de carácter lúdicas investigativas; que, en un futuro no muy lejano, tendremos
personas más productivas, creativas e innovadoras y menos menoristas,
repetitivas o reproductivas.
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